Hace muy poco hablamos con los profesionales de la investigación científica Julio Díaz y Cristina Linares (leer aquí). Comentaban que divulgar ciencia no es nada fácil, ya que para que la ciudadanía la entienda bien es necesario traducir el código los conceptos propios de la ciencia.
Hoy tenemos otra comunicadora científica, Ana Galarraga. Licenciada en Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los Alimentos, trabaja para la Fundación Elhuyar. Promueve la divulgación científica en varios medios de comunicación y organiza juegos, exposiciones, certámenes, cursos, conferencias y monólogos teatrales. También suele mostrarse activa en las redes sociales (twitter: 7.800 seguidores).
Nos hemos acercado a ella para saber si es de la misma opinión.
– A tu juicio ¿cuál crees que es la mayor dificultad que tiene la ciencia para despertar el interés del público en general?
Los prejuicios. Pensar que la ciencia es difícil, lejana, fría, que no tiene nada que ver con nuestra vida cotidiana.
– ¿Y cuáles deberían ser las características de la divulgación científica para romper esos prejuicios?
Hay valores que deben ser básicos en nuestro trabajo: la empatía, la honestidad (si nos equivocamos, reconocerlo), la humildad, la prudencia, la transparencia, utilizar buenas fuentes y mencionar siempre cuáles son.
– ¿Cuáles son los temas medioambientales que hoy son trending topic?
El clima, la energía, la biodiversidad, los residuos y los plásticos.
Pero lo que no aparece en ningún sitio y echo de menos es la relación entre estos temas. Está claro que están entrelazados y que lo que hay detrás de ellos es nuestra forma de vida. Y eso se nos olvida comunicar.
– ¿Por qué no se presentan en conjunto?
Porque, al fin y al cabo, eso nos exigiría cambiar nuestro estilo de vida. Y para eso las resistencias son muy altas, tanto a nivel personal, ya que supone una pérdida que nos da miedo, como a nivel político-económico. Sería conveniente profundizar en ello, llegar a esos temas de una vez por todas, pero tendemos a quedarnos en la superficie.
– Sin embargo, parece que la actitud de la sociedad hacia el medio ambiente ha cambiado ¿no? Que ha interiorizado conceptos que antes no conocía.
Yo no diría eso. Creo que ha habido otras épocas en las que el ecologismo tenía más fuerza que ahora. Que los movimientos populares estaban más presentes. No sé si somos muy conscientes de lo que tenemos encima.
Con el tema de la guerra, por ejemplo, cuando los temas energéticos han pasado a primera línea nos hemos centrado más en el precio de lo que consumimos, que quizá en la necesidad de cambiar la forma de consumir.
Si realmente hubiera ese cambio de actitud que mencionas, habría otras cosas que tendrían prioridad y no cuánto se paga en casa el litro de gasolina o la electricidad.
– En el caso de los residuos, por ejemplo, ¿no ves que se ha incrementado el reciclaje y se ha profundizado en la sensibilización?
Creo que no. El consumo no ha disminuido. A la hora de separar los residuos quizá andamos ahora con más cuidado, pero eso no es más que quedarse en la superficie. Eso es moverse individualmente.
De hecho, cuando nos piden hacer algo colectivamente, damos un paso atrás. La ecología y la economía están unidas y eso es cosa de todos. Es muy cómodo no cambiar de actitud y ampararnos en asegurar que eso es cuestión de política.
Soy una persona alegre, pero poco optimista. Así que no puedo afirmar que ahora haya mucha conciencia. Es cierto que hay algunos fenómenos entre los jóvenes, como Greta Thunberg, pero no diría que los jóvenes, como colectivo, estén más concienciados. Han nacido en una sociedad consumista, viven inmersos en ella y la conforman. Así que nada ha cambiado, no. Hemos ido a peor.
Me refiero al momento presente, ¿eh? De cara al futuro, las hipótesis podrían ser muchas y, desde el punto de vista científico, cada vez tienen más peso quienes saben. No sé hasta qué punto llegará su voz a la sociedad y si sus propuestas llegarán a ser o no una apuesta política, pero están haciendo un gran trabajo y creo que cada vez se les escucha más. A ver.
COMUNICACIÓN CIENTÍFICA
Estamos a gusto con Ana. Nos encanta conocer su experiencia de divulgadora. Podemos aprender mucho de cómo comunicar. Por eso alargamos la conversación, porque estamos deseando saber sus trucos y secretos.
– ¿Cuál de las herramientas que utilizas es la que mejor resultado da a la hora de divulgar?
La mayoría de las veces utilizo las herramientas que tiene la revista Elhuyar. También participo en el programa de televisión sobre ciencia Teknopolis que producen Elhuyar y EITB. Y en Radio Euskadi y otras emisoras independientes.
En resumen, tomo como altavoz la revista y los proyectos que llevamos a cabo con otros medios de comunicación.
Pero, para colocarme ante el público, para conseguir cercanía, utilizo el twitter, tanto el de la revista como el mío.
Yo creo que todos los canales son necesarios. No puedo decir cuál es el mejor, porque cada uno va dirigido a un perfil concreto.
– ¿Utiliza solo Twitter o también otras redes sociales?
Sólo Twitter. Elhuyar lo decidió así y yo hice lo mismo. Sé que hoy en día hay muchas otras plataformas que ofrecen grandes posibilidades de divulgación, como Tik-Tok, pero no las utilizamos.
– No eres la única que usa Twitter para la divulgación científica. Julio Díaz y Cristina Linares, con quienes hablamos recientemente, también lo hacen. ¿Qué tiene esta red que no tengan los demás?
Me gusta Twitter. Si se quiere tomar información directamente, es una herramienta muy apropiada. Las noticias se difunden fácilmente, se comparten…
Pero, ojo, otras redes también son buenísimas para segmentar al público y llegar a él.
– Teniendo en cuenta esto, ¿podemos decir que los medios habituales quedarán marginados y que las nuevas tecnologías serán las principales vías de comunicación?
Noooooo. Por ejemplo, a mí la radio me encanta. Quien no tiene mucho interés por la ciencia gracias a la radio escucha contenidos sobre ciencia. Hacer zapping al ver la televisión es fácil, pero con la radio no pasa lo mismo. Se escucha mientras se trabaja, se hacen las cosas de casa, se conduce… Eso hace que se pueda acceder contenidos que no se buscan pero que pueden ayudar a desbancar muchos prejuicios que se tienen, por ejemplo, sobre la ciencia.
Por eso me parece muy interesante para la divulgación científica.
– ¿El reportaje escrito que más le ha gustado?
“La huella de 45 cerebros y un corazón”. En 2010 miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi estaban exhumando los cuerpos de los fallecidos durante la Guerra Civil en La Pedraja (Burgos). Hallaron 45 cerebros conservados gracias al proceso de saponificación y con ellos, un corazón. El tema de los cerebros no era nuevo. En el mundo se conservarán unos 300. Pero el caso del corazón no se conocía en ninguna otra parte del mundo.
Para mí fue muy emocionante porque en ese reportaje vi claramente para qué sirve la ciencia.
– ¿Y el que te gustaría escribir?
Una vez intenté hacer un reportaje con unos antropólogos y arqueólogos estaba investigando a los que Neardentales, pero me dieron calabazas. Poco después encontré a otros investigadores cerca de aquí y entonces aprendí que hay mucha gente a nuestro alrededor que hace y tiene cosas interesantes que contar. Por eso no tengo ninguna espinita clavada. Disfruto con lo que encuentro, que es mucho y bueno.
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