El arte puede ser una buena herramienta para la sensibilización medioambiental. Esto lo hemos comprobado en varias ocasiones, bien con el titiritero que crea una marioneta con forma de retrete, bien con el mago que habla de agua o el escultor que crea sus obras a raíz de residuos plásticos recuperados del mar.
En esta ocasión, nos acercamos a un arte que une la movilidad sostenible y el respeto por el entorno ya que, para su autor “caminar es la mejor manera de conocer la naturaleza y así respetarla, que es lo más importante que debemos hacer hoy en día”. No en vano, se autodefine como “un artista que hace caminatas, no un caminante que hace arte”.
Se trata de Hamish Fulton, un londinense que ha viajado por 24 países a pie. Para él, el caminar efímero y solitario forma parte de su obra de arte. No interviene el paisaje, sino que transita por él con la mirada atenta.
La Península Ibérica, Canadá, rincones de Europa, Australia o Nepal han acogido el caminar de Fulton. El artista utiliza la imagen, el texto (juntos o de manera independiente), las maderas, el collage o el dibujo para mostrar la caminata, transmitir el camino. De este modo, la actividad física se trasforma en materia, en obras de arte, que transmiten su visión a través de estos lenguajes diversos.
El artista define sus obras como esculturas mentales en las que se aúnan las nociones de espacio, tiempo y materia. Asimismo, reivindica la experiencia de caminar como herramienta de re-conocer el paisaje, ese que la humanidad ha dejado de ver para mirar a su alrededor a través de la tecnología.
Fulton realiza desde 1969 caminatas por diversos sitios del mundo desde la Península Ibérica hasta Canadá, pasando por rincones de Europa, Australia y Nepal. Caminatas que recoge en sus exposiciones que han ocupado y ocupan museos de todo el mundo.
Después de la pandemia, y a sus 75 años de edad, reapareció en marzo de este año con la inauguración de su obra “Walking East”, una co-producción entre el Centro Gallego CGAC (Santiago de Compostela) y el Museo Universidad de Navarra (MUN) de Pamplona. Se trata de una recopilación de imágenes y textos resultante de su caminata que partió desde Finisterre, en dirección a Santiago de Compostela, y continuó hacia Pamplona y Roncesvalles, para llegar a Hendaya.
El proyecto se completa con una actividad educativa que el MUN ha incluido en sus campamentos de verano, en colaboración con el programa de educación ambiental de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, Mancoeduca. En ella, el alumnado descubrió el placer que supone caminar por el paseo fluvial, un espacio natural ubicado en pleno centro urbano; la experiencia de viajar en transporte público; la aventura que supone recoger material para incluir en la obra de arte que se quiere realizar; y la satisfacción de sentirse artista y exponer su obra.
“Pero lo más importante que queremos que entiendan es que la movilidad más sostenible que existe es el caminar –comentan responsables de la actividad-. Y que, cuando no es posible hacerlo, el transporte público se convierte en una opción magnífica para llegar a destino”.
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