Cables que recorren tallos de plantas, elementos artificiales insertados en la base natural de las plantas, monitorización constante de las condiciones medioambientales… Todo esto ya no forma parte de la ciencia ficción sino de la realidad que nos rodea. Hablamos de los jardines ciborg.

Si antes de la pandemia ya era considerable el aumento de la concienciación para con el medioambiente, la Covid-19 y sus consecuencias la han reforzado, posiblemente porque ha evidenciado que nuestra salud depende de la salud del planeta. Puede que esa sea la razón por la que la influencia de activistas medioambientales, también haya aumentado.

En este tiempo en el que la mejor manera de combatir la pandemia es quedarse en casa, las nuevas tecnologías nos acercan a las ciudades de una manera sosegada, caminando y conociendo las calles con detalle: luz natural, sonido ambiente, tiempo real… Sin cortes ni interrupciones los «WalkTubers» inventan un nuevo modo de mostrar lo cotidiano.

El lenguaje está vivo y se adapta al medio. Las nuevas tecnologías, por ejemplo, exigen crear constantemente nomenclaturas para definir conceptos que antes no intuíamos. También los medios de comunicación son fuente de neologismos. En el mundo de la ecología y el medioambiente, por su parte, los nuevos términos también se están abriendo paso y de alguna manera denotan la preocupación creciente de la sociedad acerca de la sostenibilidad, el respeto a la naturaleza, el reciclaje, etc.