En un tiempo no muy lejano, “la forma de concebir el mundo era totalmente sostenible, en respeto constante por el ecosistema. Ahora hemos cambiado la manera de ver la vida, ya que, derivado del proceso de globalización, la mayoría de las personas no producimos aquello que vamos a consumir y esto da como resultado que no somos conscientes de los esfuerzos necesarios para producir todo lo que consumimos a cualquier nivel”. Son palabras de Elur Ulibarrena, directora del Museo etnográfico del Reino de Pamplona que nos presenta la exposición “Ontziak”.

Zabal es un pequeño pueblo cercano a Estella (Navarra) en el que vive y trabaja Jesús Prieto, junto a su hija Amaia. La economía circular y el residuo 0 se han convertido en el leifmotiv de su quehacer diario y el ecodiseño, en la nueva acepción que ha tenido que aprender para denominar a lo que lleva haciendo toda la vida. Nos recibe en su taller donde hace lámparas con duelas de barriles de vino.

Una empresa vasca ha conseguido tratar y reciclar las mascarillas sanitarias que se habían convertido en un residuo que iba directo a los vertederos. Ahora se recuperan y se convierten en combustible e hidrógeno.

¿Sabías que la materia orgánica se puede transformar en energía y en compost? ¿Por qué, entonces, permitimos que se entierre en el vertedero y no aprovechamos su potencial? La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona ha puesto en marcha una campaña para aumentar el porcentaje de materia orgánica recuperada y avanzar así en la economía circular.

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En el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Ulsan de Corea del Norte el alumnado recibe 10 criptomonedas para utilizar en el campus cada vez que hace uso del BeeVi Toilet, un inodoro que transforma los residuos biológicos en biogás. La nueva fuente de energía del edificio universitario alimenta una cocina de gas, un calentador de agua y una pila de combustible.

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La Vuelta se esmera en ser la prueba por etapas más sostenible y circular del circuito profesional. Este año quiere convertirse en la primera carrera por etapas en la que no se van a utilizar botellas de plástico de un solo uso. Además, reactivará su “Pelotón Verde”, repartirá trofeos elaborados con vidrio reciclado, premiará a los líderes con maillots confeccionados a partir de materiales textiles recuperados, apostará por vehículos eléctricos, recogerá pilas y lámparas y distribuirá café en vasos de cartón. No hay duda de que la prueba considera la sostenibilidad como una meta a alcanzar.

Para alguien que es profesional de la arqueología, un vertedero, un pozo ciego o cualquier otro lugar que haya servido para depositar los residuos es una fuente del saber. Y es que los residuos hablan de costumbres, de comercios, de tendencias, de gastronomía, de cultura… Nicolás Zuazúa, responsable de los trabajos arqueológicos desarrollados en el convento de las Salesas de Pamplona, nos habla de los hallazgos extraídos de esos basureros.

LIBERA es un proyecto que consiste en recoger basuraleza en nuestro espacio natural más cercano. Se realiza recogida de residuos en áreas concretas, se clasifican para su correcto procesamiento, se pesan y se depositan en los contenedores adecuados. La participación en este proyecto corresponde a la ciudadanía en general, aunque también son muchos los centros escolares los que, al estar especialmente concienciados con este problema, se organizan para acudir con el alumnado a limpiar las veras de los ríos, las playas y los bosques.

El alumnado del Grado Básico de “Arreglo y reparación de artículos textiles y piel” del CI San Juan-Donibane de Pamplona quisieron dar respuesta a dos retos: “¿Qué hacer con la ropa perdida que se recoge en los centros escolares?” y “¿Cómo ponemos en valor la ropa de segunda mano entre la gente joven y le invitamos a que haga un consumo más responsable?”
Así nacieron tres proyectos diferentes: FRUSTRATION FASHION, @outifitrapero y FOREST ON MARS

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Cada día 8 millones de toneladas de desechos acaban en el océano. Se estima que en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos. Ante esto, recibir la noticia de que se va a comercializar una tarjeta bancaria (tradicionalmente muy difíciles de reciclar) producida con residuos marinos es positivo en sí mismo, a la par de alarmante. Porque, por un lado, es esperanzador saber que alguien se dedica a recoger esos residuos y a darles nuevos usos, mientras, por otro, es alarmante comprobar que seguimos asfixiando los mares con nuestros plásticos.