Pablo Palazuelo fue un pintor, escultor y grabador español de gran renombre. Entre sus reconocimientos se cuentan el Premio Kandinsky en 1952 y el Premio Velázquez en 2004.

Parte de su obra, ocho pinturas, dos dibujos y una escultura, se exponen en el Museo de la Universidad de Navarra y es precisamente en ellas donde el programa de educación medioambiental de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, Mancoeduca, ha encontrado la inspiración para proponer una actividad infantil, en colaboración del departamento de educación del propio Museo.

Así, el pasado 22 de agosto, el grupo de menores matriculado en los campamentos urbanos del Museo, “Hi Artist!”, tuvo la oportunidad de profundizar en el conocimiento de la naturaleza de su entorno más cercano y desarrollar su creatividad basándose en la obra de este artista.

“Palazuelo intentaba profundizar en el conocimiento de la naturaleza utilizando el lenguaje artístico con un estilo muy personal. En su proceso creativo, la educación de la mirada es fundamental. Por eso, la actividad partía de la mirada; de una mirada profunda hacia la naturaleza para, a través del lenguaje artístico, profundizar en su conocimiento. En definitiva, esta propuesta intentaba que se amara, cuidara y respetara la naturaleza, valorándola en profundidad, y a través de las posibilidades que presenta el lenguaje artístico”, explica Fernando Echarri, responsable del área educativa del Museo de la Universidad de Navarra (MUN)

Una iniciativa que acercó a veinte niños y niñas, de entre 5 y 11 años, la figura de un artista que les hizo mirar en profundidad y conocer varios elementos que integran el medio ambiente, como el agua, las piedras, los vegetales, las huellas de la naturaleza, el paso del tiempo… “Pero lo más importante es que han aprendido a convivir con la naturaleza en la que les ha tocado vivir, valorando su cuidado”, añade Echarri.

Mar García, coordinadora de Mancoeduca, subraya la importancia de ofrecer al público infantil la posibilidad de “observar los entornos más conocidos, porque incluso en ellos se pueden descubrir cosas nuevas si los miramos con otros ojos. Eso es lo que queremos lograr, que los niños y niñas participantes miren a su alrededor y descubran nuevas formas, nuevos mundos que están en este y que nos rodean. Cerca de nuestras casas hay entornos maravillosos si sabemos descubrirlos y el parque fluvial es uno de ellos”.

Sobre por qué escoger el antiguo Molino de San Andrés de Villava como marco de esta actividad, las dos entidades lo tienen claro.  “Palazuelo se sirve de la luz y del agua, entre otros elementos de la naturaleza, para sus obras y en el parque fluvial tenemos agua, luz, colores y contrastes. Sus obras abstractas se vuelven vivas y cercanas cuando ves que las hojas de los árboles juegan con la luz de forma parecida”, explica Mar.

Está claro que la visión interdisciplinar que promueve la Educación Ambiental permite que el arte pueda ser empleado para conseguir sus objetivos ambientales. Esta es una premisa que sostienen estas dos entidades que no es la primera vez que colabora en una actividad conjunta (leer aquí) y que dada la buena experiencia, es posible que vuelvan a repetir.

“El arte, igual que la naturaleza, nos conmueve y este tipo de actividades hace que nos formemos como personas más conscientes de lo que nos rodea”, concluye Mar García tendiendo su mano a su socio para próximas ocasiones.