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“El medio natural es nuestra herencia a las siguientes generaciones”

Rita Míguez de la Iglesia es la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca. Además, es gallega, lo que le ha convertido en testigo directo de la mortandad del marisco, provocada por el cambio climático y que ha llevado a la ruina la campaña de navidad, así como del vertido de pellets de plástico que actualmente asola la costa del Atántico y del Cantábrico. Hablamos con ella para conocer sus impresiones.

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Cuando hablamos de la actividad de la pesca, por lo general, visualizamos todo un entorno masculino. ¿Las mujeres no tienen cabida en ese mundo?

Sí, sí lo tienen. De hecho, muchas de ellas forman parte de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca (ANMUPESCA). Constituida en 2016, tiene como principal objetivo reconocer, proteger e impulsar la labor de estas trabajadoras, además de hacer frente a la difícil situación del sector.

Mariscadora gallega

Mariscadora gallega

Rita Míguez de la Iglesia es la presidenta de esta asociación y hace un llamamiento a la responsabilidad de quienes “pueden echarnos una mano para que las mujeres de la pesca podamos seguir viviendo dignamente de nuestras profesiones y para que sigamos cuidando el medio marino y no lo agredamos más”.

No concibe un mundo sin el sector de la pesca, al que considera altamente rentable. “El pescado es un alimento rico en muchas propiedades y es el eje de una alimentación sana y equilibrada. Además, la variedad de productos de la pesca es tal que nos permite pensar en miles de formas de consumirlo: fresco, cocinado, en conserva, etc… Porque dentro de la industria del pescado no sólo existe el sector extractivo, sino que también el transformador, el comercializador, etc.”

Y en este sector, dice que el papel que desempeña la mujer “es fundamental. Siempre hemos dicho que las mujeres están en todo el proceso del alimento, desde que trabajan los aparejos para que los barcos puedan salir a pescar, hasta que compran en la pescadería o mercados para poner el pescado en la mesa. Somos transversales en todo este proceso y en muchos casos, protagonistas como es el caso de las rederas, mariscadoras, percebeiras, bateeiras, armadoras, pescaderas, transformadoras, etc.”

Sin embargo, y a pesar de su importancia, el sector no está atravesando sus mejores momentos. Ya en noviembre avisaba de que “la campaña de marisco de estas navidades está perdida. El cambio climático está haciendo estragos. Mientras en Cataluña pasan sed, en Galicia casi nos ahogamos con tanta lluvia”.

Y es que, el incremento de las lluvias había provocado la bajada de la salinidad del mar, además de castigar la costa con su virulencia. A todo ello se le sumaban otros factores como la subida de temperatura en el Atlántico, la contaminación y el descenso del viento del nordeste, que imposibilitan la renovación del agua, ocasionando el debilitamiento de las especies.

Cuando se le preguntó por qué no se había dicho nada sobre el tema en los medios de comunicación, se limitó a encogerse de hombros y a decir que “supongo que no interesará”.

La Xunta de Galicia actuó y solicitó al Gobierno central la declaración de zona catastrófica de las rías gallegas. Para ello, la Consellería do Mar se apoyó en informes de MeteoGalicia, que constataban precipitaciones de más de 1.000 litros por metro cuadrado, un 127 % por encima de la habitualidad. También del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar) y del Centro de Investigacións Mariñas (CIMA), que confirmaban una mortandad de peces y moluscos superior al 80 % en algunas zonas y especies.

Sin embargo, las ayudas no llegaron; y aunque lo hubiesen hecho, sólo hubiesen supuesto un parche. “Es necesario que el Gobierno gallego invierta en nuevas vías de investigación que proporcionen herramientas para revertir la situación y para que esta no se repita cíclicamente año tras año.

Porque el cambio climático está causando estragos y exige una rápida respuesta. “Las aguas se calientan, aparecen especies invasoras que provocan que las autóctonas sucumban, que no sean capaces ni de reproducirse ni de crecer”.

La solución al problema no es fácil, aunque a juicio de Rita, “la solución tiene que ser conjunta. La Administración tiene que liderar el camino que se emprenda, siempre de la mano del sector que somos quienes conocemos el medio y somos quienes vivimos de él; la comunidad científica, que tiene explicación para lo que está ocurriendo y es capaz de analizar y convertir en fortaleza esto que sucede, nos tiene que ayudar y guiar tanto a la hora de intentar reconducir el cambio climático, como a la hora de poner freno a especies invasoras y conseguir adaptar nuestro marisco a las nuevas condiciones, etc.; y, por último, la sociedad tiene que ser consciente y responsable de cada acto de contaminación o de sobreconsumo. Tenemos que concienciarnos de una vez por todas de que el medio natural es nuestra herencia a las futuras generaciones y lo que hagamos con él va a tener consecuencias a corto y largo plazo”.

Y cuando las cosas parecían que no podían ir peor, llegaron las “bolitas blancas”, un vertido de pellets de plástico que comenzó a registrarse en las costas gallegas a principios de enero, y que se ha expandido por toda la costa cantábrica.

“Una verdadera pena –confiesa Rita-. Es tremendamente lamentable todo lo que está pasando, porque lo que hace es poner de manifiesto la vulnerabilidad y lo fácil que resulta dañar al medio marino y en consecuencia a las gentes que vivimos de él. Y no me refiero sólo a quienes vivimos de la industria pesquera, sino a la ciudadanía en general”. No olvidemos que en una dieta rica y saludable tenemos que ingerir pescado; un pescado que ahora mismo soporta la contaminación humana.

En el mar no hay cabida para tanta porquería. Lo estamos agrediendo. “Tenemos que escuchar y empatizar con el medio marino, aunque esto suene raro”, afirma.

Quizá si fuéramos conscientes de su importancia en nuestras vidas, no sonaría tan raro.

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