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Jaume Clotet, el apicultor que amaba a sus abejas

La normativa actual considera como explotación apícola profesional la que tiene un mínimo de 150 cajas. Pero Jaume Clotet no quiso nunca priorizar la cantidad, sino la calidad del producto y el bienestar de sus abejas. Por eso se hizo apicultor urbano, para poder trabajar y vivir de las abejas de una forma más sostenible y respetuosa con ellas, al tiempo que transmite a la sociedad la importancia y los beneficios que aportan las abejas en la vida de una ciudad.

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Jaume Clotet siempre creyó que la apicultura o el arte de criar abejas podían resultar una actividad muy gratificante. Por eso, cuando le tocó escoger oficio, se adentró en la profesión de apicultor. “Las abejas de la miel siempre me habían despertado cierta curiosidad y romanticismo –recuerda-, pero fue por casualidad que me inicié en el arte de criar abejas, o apicultura. A mis veinte y pocos años tuve la suerte de conocer a una persona mayor, Fermí, que hacía algún tiempo había tenido colmenas y que estaba dispuesto a enseñarme. “Tú pon la fuerza y las ganas y yo pongo el sitio y los conocimientos”, me dijo. Y así empezamos. Entre tres amigos compramos 4 colmenas layens, y practicando las técnicas de manejo que nos iba enseñando Fermí, además de nuestras lecturas y nuestros cursos, fuimos aprendiendo”.

Pero no encontró lo que buscaba, porque enseguida comprobó que la apicultura entendida como afición no tenía nada que ver con la apicultura desarrollada como actividad profesional. Y es que las explotaciones extensivas que encontró a su paso le hicieron plantearse muchas cosas.

La normativa actual considera como explotación apícola profesional la que tiene un mínimo de 150 cajas, y la mayoría de explotaciones profesionales oscilan entre 300 y 500 cajas, incluso, en algunos casos, superan el millar.

Pero aquello no respondía a la filosofía de Jaume que veía en la abeja un insecto polinizador que merecía todo el respeto y cuidado. Por eso fundó su propia empresa, Mel-Lis que comparte con él esa misma filosofía: no priorizar la cantidad, sino la calidad del producto y el bienestar de las abejas.

Desde entonces la empresa realiza talleres para escuelas y otros centros educativos sobre el mundo de las abejas y la apicultura: diferenciar una abeja de una avispa; desmitificar la creencia de que son animales agresivos y peligrosos; explicar su función polinizadora; enseñar las principales tareas, herramientas y material del apicultor; y dar a conocer qué productos obtenemos de las abejas (miel, polen, jalea, propóleo, cera, veneno). En definitiva, acercar a los y las escolares el mundo de las abejas. “Acercar y dar a conocer la vida, organización, comportamiento, comunicación e importancia de las abejas a la gran mayoría de la sociedad es la principal motivación y reto”, explica.

La empresa, además, ha ampliado sus actividades al público en general y también imparte cursos destinados a futuros apicultores y participa y colabora en ferias y eventos de tipología medioambiental en pos de la sensibilización.

Pero, quizá, la actividad que más llama la atención de todas cuantas desarrolla esta empresa, es la de apicultura urbana. “Nació fruto de la suma de descubrir la apicultura urbana en otros países y la idea de buscar un modelo alternativo a las explotaciones apícolas tradicionales; poder trabajar y vivir de las abejas de una forma más sostenible y respetuosa con estas. Creemos que es un modelo posible si la sociedad reconoce la importancia y beneficios que nos aportan las abejas y se valora a los apicultores por el “arte de criar abejas”, no solo como productores de mieles y otros productos de la colmena”.

Y poco a poco Jaume se convirtió en referente de este tipo de apicultura. “Ser de los principales promotores de la apicultura urbana en nuestro país y seguir desarrollando un modelo de negocio innovador, más sostenible y más respetuoso con las abejas, es mi principal motivación para seguir dedicándome y trabajando para la apicultura urbana”.

En 2014 empezó a recorrer los principales ayuntamientos de Catalunya, reuniéndose con técnicos/as y responsables de medio ambiente para explicarles qué era eso de la apicultura urbana y los diferentes beneficios que podía generar para la ciudadanía y para las abejas. Una de estas reuniones fue con Irma y Josep Ramon de Viladecans, a quienes les interesó muchísimo la idea. “En poco tiempo instalamos dos apiarios en zonas periurbanas, realizamos algunas charlas y talleres de divulgación sobre las abejas de la miel y en 2016 pudimos instalar y legalizar el primer apiario urbano de Catalunya: cuatro colmenas instaladas en la cubierta de la sala ATRIUM de Viladecans, justo en el centro de la ciudad de Viladecans”.

No son las únicas que gestiona, ya que desde el 2015 se encarga también de las colmenas urbanas ubicadas en una terraza del edificio “Castell dels Tres Dragons”, en el Parque de la Ciutadella de Barcelona, un apiario existente desde 1945 y uno de los más antiguos de Europa.

Además, este año ha iniciado un nuevo proyecto, APITECA, que consiste en la instalación de cuatro colmenas urbanas en uno de los patios interiores de la Biblioteca Jordi Rubió i Balaguer de la ciudad de Sant Boi del Llobregat.

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