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La apicultura urbana como bioindicadora de la ciudad

Las abejas y polinizadores silvestres son los mejores bioindicadores de la calidad del aire de la ciudad, por lo que su presencia en el entorno urbano es positiva. En Europa, países como Francia, Inglaterra, Eslovenia y Alemania la presencia de las abejas ha dado excelentes resultados y no ha provocado grandes inconvenientes o problemas. La legislación española prohíbe colmenas de explotación ganadera en áreas urbanas. Sin embargo, no impide tener abejas para fines conservacionistas o didácticos, siempre que no se comercialicen productos de la colmena.

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Las abejas y polinizadores silvestres son los mejores bioindicadores de la calidad del aire de la ciudad, por lo que su presencia en el entorno urbano es positiva. Esto lo vimos en un post anterior (leer aquí)

Parques, cementerios, azoteas, techos de edificios, terrazas de altura, huertos urbanos y sociales y vías de trenes abandonados pueden ser lugares idóneos para albergar a las abejas que, además, desarrollarán un importante trabajo de colonización del entorno.

Como en las ciudades hay floraciones en todas las estaciones del año, las abejas se sienten seguras y están bien alimentadas.

En Europa, países como Francia, en donde París se convirtió en ciudad colmena, o Inglaterra, quien está creando corredores florales melíferos, la presencia de las abejas ha dado excelentes resultados y no ha provocado grandes inconvenientes o problemas. Eslovenia o Alemania, por su parte, están autorizando el uso de colmenas en la ciudad; y en EE.UU. la apicultura urbana es una práctica consolidada que se va ampliando.

En España, la legislación prohíbe colmenas de explotación ganadera en áreas urbanas, sin embargo, no impide tener abejas para fines conservacionistas o didácticos, siempre que no se comercialicen productos de la colmena.

Jaume Clotet es el apicultor urbano de Viladecans, un municipio cercano a Barcelona. El manejo y mantenimiento de las colmenas es variable según el número de colmenas, época del año y estado de estas, pero por norma general, realiza una visita cada una o dos semanas en los meses de más actividad (finales de febrero a finales de octubre) y cada tres semanas en los meses de menos actividad (noviembre, diciembre y enero).

Jaume Clotet

Jaume Clotet

La miel que obtiene de los apiarios los envasa en tarros de 100ml que después el municipio regala en eventos que realiza para dar a conocer el proyecto o en visitas institucionales.

Cuando le preguntamos por la calidad de esta miel y si no se ve afectada por la polución de la ciudad, contesta que “con datos técnicos en la mano y no con suposiciones, no podemos decir que la miel de las ciudades es peor que la de otras zonas más verdes. Hay lugares que son muy naturales que pueden estar muy contaminados. Un ejemplo claro lo tenemos en los monocultivos de almendros en Estados Unidos, el CCD “Colony Collapse Disorder”, un fenómeno que ocurrió en la década de los años 2000, por el que una cantidad considerable de abejas obreras de una colmena desaparecieron de repente, quizá culpa de productos químicos utilizados por los agricultores.

Por el momento creo que es mucho más prioritario que cada uno conozcamos al apicultor/a que nos vende la miel y conocer los distintos tipos de mieles que existen. Por ejemplo, saber que si la miel cristaliza no es que se haya puesto mala, sino que que no ha sido procesada y que está sufriendo un proceso natural para nada dañino para la salud, etc.”.

Jaume recogiendo miel

Jaume recogiendo miel

Este apicultor que también gestiona el “Castell dels Tres Dragons”, en el Parque de la Ciutadella de Barcelona, un apiario existente desde 1945 y uno de los más antiguos de Europa y cuatro colmenas urbanas en uno de los patios interiores de la Biblioteca Jordi Rubió i Balaguer de la ciudad de Sant Boi del Llobregat también afirma que “en ningún caso planteamos la apicultura urbana como alternativa a la producción de miel, sino como bioindicador de la contaminación ambiental. Anualmente cogemos muestras y las enviamos a un laboratorio especializado de Granada donde realizan analíticas de metales pesados y productos fitosanitarios en los tres colmenares que tenemos en Viladecans; la mayoría de metales pesados no llegan ni a la cantidad mínima para que se puedan detectar en el análisis”.

Y añade una anécdota para ilustrar la presencia de polución en la miel de sus abejas. “En 2014 presenté un tarro de miel al concurso que realizamos en la asociación de apicultores “Col·lectiu Abellaires” y con las votaciones de todos los socios quedó en primera posición. ¡No veas la cara de los compañeros/as cuando al recoger el trofeo les expliqué que esa miel era de los tilos del Parque de la Ciutadella de Barcelona…!”

Lo que es importante tener en cuenta es que en la ciudad hay que tener un cuidado especial por mantener el equilibrio natural con la gran variedad de polinizadores silvestres que existen, así que las colmenas urbanas tienen que estar controladas y nunca amenazar ese equilibrio.

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  • *Fuente:
  • Entrevista con Jaume Clotet
  • https://www.ecocolmena.org/ecocolmena-a-favor-de-la-apicultura-urbana/

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