Las abejas, trabajadoras municipales

Las abejas siempre han formado parte del paisaje de Viladecans. Este municipio, de 66.000 habitantes, es el segundo en extensión agrícola de la comarca del Bajo Llobregat, así que su presencia no sorprende. Pero a diferencia de lo que ocurre en otros lugares en los que se lucha por alejarlas del entorno urbano (olvidando que ellas estaban antes), Viladecans se convirtió en 2022 en la ciudad amiga de las abejas de manera oficial y después de que en el pleno municipal se votara por unanimidad. “Entendemos que la defensa de este polinizador va más allá de la política, por eso todos los partidos estuvimos de acuerdo – explican responsables municipales-. Tenemos claro que la relación de las personas con la naturaleza favorece su bienestar mental y físico”.

Así que, con esta premisa clara, comenzaron a trabajar en la conservación de hábitats y en la divulgación del papel que cumplen las abejas, también en entornos urbanos.

Se instalaron dos colmenas controladas de abejas, una en la zona forestal y otra, en la llanura deltaica. Y, después, se legalizó la primera colmena urbana de Cataluña. Ese fue el germen de un proyecto aún mayor, «Bee Happy Viladecans». “En la actualidad disponemos de tres colmenas en la ciudad para estudiar, vigilar y mejorar la calidad ambiental de la ciudad gracias a las abejas”, explican desde el área de Medio Ambiente y Sostenibilidad.

Así es, convirtieron a las abejas en sus aliadas y en sus mejores indicadores para estudiar el impacto de la contaminación en la ciudad. A través del polen, la cera y la miel detectan la presencia de elementos contaminantes como metales o plaguicidas y este es el método que se utiliza en este municipio para medir la contaminación de forma integrada. Un método que dista de los empleados tradicionalmente que miden la contaminación en un punto y en un momento. Para conocer qué aspectos del entorno determinan lacalidad del polen, el ayuntamiento trabaja conjuntamente con la Universidad Autónoma de Barcelona.

En 2016 este proyecto Bee Happy fue presentado en el Smart City Expo World Congress. No era la primera vez que Viladecans estaba presente en el congreso de referencia internacional sobre las ciudades inteligentes, ya que aquel era su sexto año consecutivo. Pero aquella edición sí fue destacada, ya que el presentado resultó ser uno de los proyectos más innovadores.

En 2018, por otra parte, el Bee Happy fue finalista de los premios del Congreso Nacional de Innovación y Servicios Públicos (CNIS); premios que reconocen el compromiso de las administraciones públicas para avanzar en la transformación de las instituciones, innovando y adaptándose a las nuevas necesidades y tecnologías. Su candidatura se inscribió en la categoría de proyectos de smart cities por la utilización de las abejas para estudiar el impacto de la contaminación en la ciudad y compartió protagonismo con el ayuntamiento de Gijón por el uso intensivo de las tecnologias de la información en la gestión municipal, y el de Sant Feliu de Llobregat por el modelado 3D del subsuelo para mejorar las tareas de mantenimiento y los consumos de las redes de servicios.

A pesar de todos los éxitos y relevancia del proyecto, o precisamente movido por ellos, el Ayuntamiento tuvo que dar un paso hacia adelante y para centrarse en las labores de divulgación. “Teníamos claro que teníamos que transmitir el interés por las abejas a la ciudadanía y, además, huir de los discursos y apostar por las actividades”.

Así, recuperaron un viejo bar que ya no estaba en uso y lo convirtieron en la Casa de las Abejas. En ella se acondicionó un espacio de museo con una finalidad educativa. Y, además, cada fin de semana se organizaron actividades como talleres de experimentación o visitas a la colmena de Mas Ratés en compañía de un apicultor/a experto/a. “Vestimos al conjunto de visitantes con trajes de apicultura y eso, en sí mismo, ya es una experiencia que no se olvida”.

La instalación se completó con un entorno de biodiversidad urbana donde se ubicaron estructuras para la pervivencia de mariquitas, mariposas, etc.

“Pero lo que buscábamos era que la ciudadanía sintiera suyo el proyecto, que se implicara”, recuerdan desde el ayuntamiento. Y, por eso, lanzaron la iniciativa ‘1 m² de naturaleza’. Así, quien lo deseara podía apadrinar el alcorque de un árbol de la calle y recibiría plantas para convertirlo en un espacio florecido y mantenerlo.

“Los alcorques de los árboles son espacios que pueden contribuir a mejorar el verde urbano y la biodiversidad y, a la vez, luchar contra la contaminación de las emisiones de vehículos”.

Los alcorques apadrinados se podían distinguir porque tenían una valla de madera, para evitar que el incivismo o la orina de los perros los dañaran. Desde el Ayuntamiento se preparaba la tierra y se facilitaba un kit de plantas que atraían a insectos polinizadores. Para participar sólo hacía falta firmar una hoja de compromiso que implicara regar, podar y limpiar siempre que hiciera falta.

Finalmente, la propuesta se hizo extensiva a los balcones, en los que el propietario o propietaria plantaba semillas que en el futuro sirvieran de alimento para las abejas.

Y esto que parece extraído de un cuento, es la realidad y actualidad de Viladecans y de sus abejas.