En Riner, un municipio de 300 habitantes de la provincia de Lleida, observaron que estaban siendo víctimas de la despoblación. En un lugar en el que los restos de población más antiguos retroceden hasta la prehistoria, cada vez había menos jóvenes porque se desplazaban a la ciudad en busca de nuevos recursos y de un puesto de trabajo.
Unida a esta realidad, vislumbraron otra igual de grave. El municipio, de carácter claramente rural, estaba perdiendo una de sus principales fuentes de ingresos arraigada en la cultura, historia e identidad de la zona: la apicultura.
Así que, el pleno municipal se puso a trabajar e hizo de la necesidad virtud. Decidió convertir Riner en un referente de la apicultura y del cuidado de la abeja en general, “porque hay pocos animales más importantes para la vida y para los ecosistemas como las abejas. Sin el ser humano, el mundo seguiría existiendo. Pero sin ellas, no. La polinización y la producción de alimentos depende de ella. Además, hay referencias de la recolección de la miel desde tiempos prehistóricos”, explica el alcalde Joan Solá.
De esta manera arrancó un proyecto medioambiental que tenía como objetivo repoblar el territorio y crear puestos de trabajo. “Desde el principio tuvimos claro que el proyecto tenía que tener tres patas –sigue el alcalde-: cultural, porque está íntimamente ligado con lo que somos; educativo, porque tenemos que enseñar a quienes vienen por detrás nuestros valores medioambientales; y turístico, porque podemos darnos a conocer y atraer al público que comparte nuestros mismos intereses”.
El primer domingo de abril de 2016 se organizó la primera Feria de la Miel con las tres premisas antes citadas. “Queríamos conseguir que hablar de la miel fuese sinónimo de pensar en nuestro municipio. Porque esto suponía que se pensaba en un municipio que cree en el medio ambiente, que cree en los productos naturales y de la tierra, que quiere darse a conocer y que es un municipio vivo, dinámico, que cree en sus propios recursos”.
En aquella primera ocasión, se contó con la participación de 20 puestos y con la instalación de una exposición.
Dos años después, ya había una cuarentena de puestos, todos con algún producto relacionado con la miel y las abejas, una exposición de herramientas antiguas del mundo apícola, una exposición de fotografías antiguas, un concurso de dibujos organizado conjuntamente con la Asociación Catalana de Amigos de las Abejas, la implicación en el apartado gastronómico de los cuatro restaurantes del municipio, los adornos de calle hechos a través de cursos de manualidades o individualmente para la ocasión, una jornada técnica y la entrega del galardón la abeja rinerense.
En tres años, se había aumentado en un 50% el número de puestos, en un 75% el número de exposiciones y se había consolidado la jornada técnica.
Y después llegó la pandemia.
“Ya no podíamos hacer ferias, pero podíamos seguir trabajando, porque nos dábamos cuenta de que aún había mucho que hacer en el acercamiento del mundo rural y el urbano desde el punto de vista medioambiental”. Esa nueva línea de trabajo les llevó hasta Viladecans, la ciudad declarada en 2022 “Amiga de las abejas” por unanimidad en el pleno municipal.
“Los dos ayuntamientos creemos que podemos trabajar conjuntamente con el fin de la mejora del medioambiente a través de las abejas. En Viladecans tienen abejas que pueden molestar a los vecinos y en Riner tenemos muchos terrenos donde las abejas pueden ayudar a polinizar mejor. Por eso estamos trabajando los dos ayuntamientos, para que de esta realidad salga un proyecto cultural, educativo y turístico”.
Así, el próximo 14 de marzo los centros escolares de Viladecans acudirán a Riner “y comprobarán cómo viven las abejas en el mundo rural. Y, por supuesto, se llevarán una rica miel”, añade el alcalde.
Este será el preludio de la Feria de la Miel de El Miracle que este año se celebrará el 25 y 26 de marzo.
Otro pasito más en este proyecto que ya está dando los primeros frutos. “Aún está en fase inicial, pero queremos favorecer la repoblación, ayudando a generar ingresos a medida que se vaya desarrollando el proyecto”, concluye Solá.
De momento, Riner ya cuenta con más apicultores que antes, y con muchas personas voluntarias que colaboran desinteresadamente con el proyecto, acogiendo y cuidando las abejas en su casa. “Se trata del proyecto Redicat y su objetivo es que mucha gente lo sienta suyo, que sea su proyecto. Para salvar las abejas y ayudar al medioambiente, por suerte cada vez hay más gente dispuesta. Por eso pusimos en marcha este proyecto y a través de él invitamos a quien quiera a mantener jardines o bosques y a tener unas pocas cajas con abejas y encargarse de ellas. En nuestro municipio tenemos muchos habitantes diseminados en el monte o en pequeños núcleos, lo que facilita la participación en el proyecto. Y si tenemos 2 o 3 cajas en 50 hogares, ya son más de 100 cajas repartidas por el territorio ¡con un montón de abejas polinizando el municipio!
Si te interesa el tema de las abejas, recuerda que en este Ecoblog hay varios post que hablan de ellas:
Las abejas que quisieron ser peces
Abejas, esos pequeños polinizadores
Colgado el “do not disturb” en Areatzea Resort
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