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China anunció en diciembre de manera oficial que iba a extender un sistema de control meteorológico al 60% de su territorio. ¿Será posible que esto no repercuta en el resto del mundo? Los países vecinos se muestran inquietos, porque quien pueda controlar cuándo llueve en su territorio, puede también impedir que llueva en el de al lado… La polémica está servida y el recelo extendido. Por eso, algunos países han comenzado a plantear la necesidad de una regulación, a nivel mundial, para que se quede fijado un marco relacionado con el control meteorológico.

En 1976 se construyeron las primeras instalaciones para el tratamiento de las aguas de Arteta y en 1992 se inauguró la Estación de Tratamiento de Aguas Pluviales (ETAP) de Eguillor. Desde allí se controla la calidad de agua de Pamplona y Comarca.
Unas obras recientes han permitido que el edificio sea energéticamente eficiente gracias a un sistema de calefacción y refrigerado alimentado por el propio agua del manantial. También a una nueva envolvente térmica.

El 20 de marzo de 2017 el parlamento de Nueva Zelanda aprobó una ley a través de la cual otorgó personalidad jurídica al río Whanganui. Así, el río y todos sus elementos quedaban configurado como un todo indivisible e inviolable.
Esto marcó jurisprudencia e hizo posible que dentro y fuera del país se estudiara hacer lo propio con otros ríos, lagos y montes.
Sin embargo, el pueblo maorí advierte que esto no es la solución. Que lo que realmente se necesita es cambiar la mentalidad y la actitud. Que lo que nos exige el medioambiente no son leyes, sino responsabilidad.

Que dos jóvenes promotores se pongan de acuerdo para cumplir un sueño, siempre es una buena noticia. Que ese proyecto vele por el cuidado y el respeto al medio ambiente, es, además, para aplaudir. Este es el caso de Agotzenea, un proyecto que nace de la necesidad “de crear nuestros propios puestos de trabajo, vinculados a un tema que nos apasionaba y ubicados en nuestro valle”. O dicho de otro modo, bioconstrucción, agricultura orgánica, ecología y gestión forestal, junto a una oferta formativa, todo en uno.

Si antes de la pandemia ya era considerable el aumento de la concienciación para con el medioambiente, la Covid-19 y sus consecuencias la han reforzado, posiblemente porque ha evidenciado que nuestra salud depende de la salud del planeta. Puede que esa sea la razón por la que la influencia de activistas medioambientales, también haya aumentado.

En ocasiones la convivencia entre turistas y modos de vida rurales es problemática. Litigios porque los gallos cantan o las campanas rompen el silencio de la noche se repiten. Ahora, el parlamento francés ha aprobado una ley que vela por el patrimonio sensorial rural y que fija que tanto olores como sonidos son inherentes a los pueblos, del mismo modo que lo son sus paisajes.

La bioconstrucción es un término que hace referencia a un modo de entender la arquitectura. Aprovechar al máximo la energía solar, utilizar materiales naturales y locales, garantizar el aislamiento térmico y la ventilación son los criterios que se siguen a la hora de levantar unas construcciones que, al llegar al final de su ciclo vital, se integran de nuevo en la naturaleza sin causar daño alguno.
Iñaki Urkia, uno de los claros exponentes de esta arquitectura, nos acerca a las casas de paja.

Vehículos menos contaminantes, más agilidad en los traslados, menos congestión son algunos de los objetivos que se persiguen en pos de lograr una movilidad sostenible y limpia en nuestras ciudades. En ese marco los vehículos aéreos no tripulados cada vez cobran más protagonismo y se presentan como alternativa. Aún hay que superar muchos escollos técnicos y de logística, pero parece que la necesidad de regular su circulación comienza a ser apremiante.

Los parques fluviales y otros parajes naturales son testigos del aluvión de caminantes que, bastón en mano, disfrutan de largas marchas en contacto íntimo con la naturaleza. En grupo o en solitario estas personas practican un deporte que nos llega del norte de Europa, fácil de aprender, adecuado para cualquier edad y que aporta grandes beneficios tanto físicos como emocionales.

La pelusa y otros residuos textiles que quedan en las máquinas secadoras de las lavanderías (borra) siempre se han tratado así, como residuo inservible. Sin embargo, ahora, estudiantes de la Escuela Universitaria de Diseño e Ingeniería de Barcelona (Elisava), en colaboración con Girbau Lab, una plataforma de innovación abierta de la industria de la lavandería, han hecho posible que se conviertan en un recurso que se puede transformar en un material similar al cartón.
El nuevo material se llama Clint y se utiliza en la industria papelera como papelería o packaging. Además, se están estudiando otras aplicaciones como la fabricación de carcasas de pendrives.