Las cuencas asturianas de los ríos Nalón y Caudal han sido mineras por tradición. En Mieres se instaló el campus universitario de minas, que antes había sido la Escuela de Capataces de Minas, y la zona siempre fue un reclamo para la población que buscaba trabajo bajo tierra.
Sin embargo, los tiempos cambiaron y la minería dejó de ser un negocio y un oficio rentable. Las aulas de la universidad se quedaron casi vacías, y el paisaje colindante a las minas sufrió un grave deterioro. Era necesario hacer algo.
En 1999 llegaron los llamados «fondos mineros» que pretendían la reestructuración de la minería del carbón y el desarrollo alternativo de las comarcas mineras.
Y ahí comenzó el desarrollo del Campus de Mieres, con la incorporación de otras ingenierías a la ingeniería técnica de minas, tales como la ingeniería técnica topográfica y la ingeniería técnica forestal. Además, el sistema universitario español entró en el Espacio Europeo de Educación Superior, por lo que el grado en Ingeniería civil también. Por otro lado, se incorporaron varias titulaciones de máster como la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, Ingeniería de Minas o Geotecnología y proyectos GIS.
La revitalización de la zona y la recuperación del entorno natural era una necesidad. Así, en 1967 se fundó la empresa pública Hulleras del Norte S.A., (HUNOSA) como resultado de la fusión de una veintena de empresas mineras (muchas de ellas creadas en el siglo XIX). Aquella fue una solución diseñada por el Estado español para dar una salida a la crisis que estaban sufriendo las empresas de la minería del carbón.
Una crisis que llevaría al cierre de las minas en 2018. Llegaba el momento de afrontar las consecuencias del impacto medioambiental y social generado en la zona durante los años de actividad.
HUNOSA se transformó en una empresa centrada en la transición a la producción de bioenergía, incluida la descarbonización de la producción de energía y la restauración y preservación del medio ambiente.
Los bosques de las cuencas mineras requirieron de una atención especial, dado que su aprovechamiento se había hecho sin ningún tipo de planificación, ni gestión forestal.
A nivel social, la marcha de las familias que se habían quedado sin trabajo, dejó la zona en un grave peligro de despoblamiento, con mucho minifundio particular abandonado. Además, el descenso brusco de población (en muy poco tiempo la zona había pasado de tener 60.000 habitantes a tener 25.000) trajo consigo un gran resentimiento económico junto al decaimiento del sector primario, sobre todo del ganadero.
Ante tal situación, el grupo de investigación SMartForest, de la Universidad de Oviedo, asentado en el Campus de Mieres, comenzó a trabajar para abordar los problemas e intentar dar forma a las soluciones. Con todo lo observado y las necesidades detectadas, en octubre de 2022 arrancó el proyecto Carbon2Mine, un proyecto cofinanciado por la Unión Europea, con una duración de seis años, que proponía una solución para contribuir a la mitigación del cambio climático, al tiempo que se minimizaban los efectos negativos del cierre de las minas.
Con un presupuesto total de 4.293.344,31 €, la Universidad de Oviedo, socia coordinadora contó con la colaboración de HUNOSA; Asociación para la Certificación Española Forestal PEFC España; Universidad de Santiago de Compostela; y la Viceconsejería de Medio Ambiente y Cambio Climático del Gobierno del Principado de Asturias.
Asunción Cámara Obregón fue nombrada coordinadora del proyecto, mientras que Tamara Martínez Martínez entraba en la coordinación técnica del mismo. Entre las dos nos cuentan cómo van a conseguir los objetivos del proyecto y qué pasos están siguiendo:
Impulsar un nuevo modelo de reactivación económica
Dado que la actividad económica de la minería ya no supone un incentivo para la población, se quiere optar por la transformación de una central térmica de carbón, ubicada en Mieres, en una central de biomasa forestal que proporcione electricidad descarbonizada.
Para ello, es imprescindible gestionar de manera sostenible los montes para disponer de stock estratégico y no depender de empresas externas para producir esa electricidad verde.
Introducir la economía circular en la gestión de los bosques y pastos
Con ese objetivo se van a diseñar nuevos modelos de gestión forestal y de pastos que mejoren la restauración minera y produzcan madera de calidad, mejoren la calidad de sus pastos, aumenten el potencial efecto de sumidero de carbono y, de paso, aprovechen los residuos de biomasa procedente de las operaciones forestales como consecuencia de la actividad forestal generada.
Lo primero que se ha hecho ha sido elaborar un inventario forestal y de suelos en el patrimonio forestal de HUNOSA (donde se localizan sus antiguas explotaciones mineras que alcanzan una superficie de 4.000 ha). Con esta detallada información y con la ayuda de tecnologías satélite, se ha caracterizado toda la vegetación y los suelos de la comarca de las cuencas mineras (ríos Nalón y Caudal). Con el conocimiento generado y con los resultados que se obtendrán de la experimentación de los distintos modelos de gestión, se proveerá a los propietarios forestales de distintas opciones de gestión para que se sumen a la creación de sumideros de CO2 que, además, ayuden a compensar la huella de carbono.
“Queremos hacer de la comarca un sumidero. Queremos conocer y aplicar modelos de gestión para ver cómo evolucionan los suelos y para optimizar la capacidad de absorción. Nuestro paisaje cultural es un mosaico de pastos y bosques que queremos mantener y sabemos que para eso tenemos que mejorar la calidad del suelo. Vamos a aplicar también distintos modelos de economía circular, como el abono de los terrenos con las cenizas procedentes de la quema de biomasa o compost producidos del reciclaje de residuos orgánicos urbanos, etc.”, explica Asunción.
Generar empleo, atraer población y estimular la economía local
Otro de los objetivos del proyecto es analizar el carbono que contiene acumulado el suelo y mejorar su capacidad de absorción mediante la gestión de bosques y pastos, porque eso puede generar créditos climáticos interesantes en el futuro, además de servir para conservar la biodiversidad y la calidad del suelo.
“La central eléctrica va a suponer en sí misma un atractivo laboral, pero no sólo para las personas que vayan a trabajar directamente en ella, sino también para las que desarrollan sus actividades económicas en zonas cercanas. Además, hay mucha gente que tiene terrenos a los que no saca rendimiento y, desde aquí, queremos ofrecer una alternativa creando, por ejemplo, paquetes de trabajo para dar forma a la propiedad forestal a través de vías de agrupamiento con el objeto de optimizar la actividad. Sabemos que algunos tipos de vegetación favorecen más la absorción de carbono que otros, y todo eso hay que conocer.
En resumen, nos gustaría conseguir pastos de más calidad, mejorar la calidad del suelo y lograr más absorción de carbono”, concluye Tamara.
Así es como se va a ir transformando las antiguas escombreras de mina. Secuestro de carbono a través de la gestión sostenible de bosques y pastizales para la mitigación del cambio climático, conservación de la biodiversidad en áreas mineras, disminución de emisión de gases de efecto invernadero asociados a la minería del carbón, restauración del entorno natural, mejora de la capacidad de sumidero de carbono (suelo y biomasa) a través de la gestión sostenible y revitalización económica de una zona que estaba sufriendo despoblamiento. No hay duda de que es un proyecto ambicioso e ilusionante.
Si quieres conocer otros casos de transformación de terreno, puedes consultar estos post:
De escombrera a archipiélago de bosques
Agotzenea, un centro en equilibrio con la naturaleza y el entorno
Érase una vez un cementerio que parecía un parque
La convivencia del cemento y de los espacios verdes
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