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Érase una vez un cementerio que parecía un parque

“Queríamos crear un parque en el que relajarse, en el que disfrutar de la naturaleza y entrar en comunión con el ser querido fallecido. Nada de grandes mausoleos ni panteones”. Y parece que quienes idearon este cementerio de Roques Blanques están logrando su propósito.

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“Una luz en su recuerdo”. Esta es la leyenda que encontramos en la caja que nos entregan en el Cementerio Comarcal Roques Blanques, un espacio protegido que forma parte del Parque Natural de la Sierra de Collserola, ubicado en Barcelona. Dentro hay una vela.

“Esta vela ha sido elaborada por personas con pluridiscapacidad de la asociación Esclatec y con cera procedente del Parque Natural de Collserola y del apiario didáctico de Roques Blanques, destinado a la protección de las abejas (proyecto Aristeu).

Cementerio, parque natural, apiario… Esto son conceptos que, habitualmente, no suelen ir de la mano. Sin embargo, en Roques Blanques, sí. La razón la explica claramente Alfonso Galdo, director de mantenimiento, calidad y medio ambiente de Áltima. “Cuando concebimos el proyecto, queríamos huir del concepto de cementerio al uso y acercarnos más al modelo de los cementerios del norte de Europa, como por ejemplo el “Cementerio del Bosque” de Estocolmo. Queríamos crear un parque en el que relajarse, en el que disfrutar de la naturaleza y entrar en comunión con el ser querido fallecido. Nada de grandes mausoleos ni panteones”.

Así que se pusieron a trabajar con un equipo de arquitectos y paisajistas que lograron integrar de forma armónica las distintas instalaciones funerarias con la naturaleza, siempre respetando el entorno en el que se encontraban

Nichos verdes, cubiertos con distintas variedades de plantas que tienen significado para cada familia; el Panteón del Bosque, un panteón rodeado de prado; el Árbol Familiar, o el Bosque de la Calma, terrenos destinados a inhumar urnas biodegradables alrededor de un árbol autóctono; Camino del Bosque, en donde se inhuman las cenizas en un camino rodeado de bosque y plantas aromáticas autóctonas; el Jardín del Reposo, en el que se pueden esparcir las cenizas; la Fuente del Reposo, en la que se pueden diluir rodeadas de elementos naturales…

Todos estos son los lugares que se ofrecen en los servicios funerarios de este cementerio que desde sus inicios se ha caracterizado por promover iniciativas responsables con el ambiente, protegiendo la flora y fauna autóctonas.

“A consecuencia de esa responsabilidad medioambiental nuestra, también centramos la atención en la fauna que ha de existir en un espacio verde. Por eso instalamos balsas para anfibios y cajas nido para murciélagos. Esto concretamente nos trajo alguna que otra crítica,  porque lo de tener murciélagos en un cementerio era algo ante lo que la gente reaccionaba un poco mal. Pero ahora ya está totalmente normalizado”, recuerda Alfonso entre sonrisas.

Y en este cuidado por la naturaleza, también se acordaron de las abejas. Por eso crearon alrededor del cementerio varios jardines de flores. “El primer año, en el día de Todos los Santos, las familias venían con sus flores de plástico, y nosotros les invitábamos a cambiarlas por plantas de lavanda o romero naturales. Fue una experiencia preciosa en la que todo el mundo resultó encantado”.

Y después el proyecto creció y se instalaron también los apiarios. “En la actualidad tenemos setenta y cinco colmenas que albergan a unos 2.000.000 de abejas, distribuidas en cuatro apiarios, dispersados en las 100 Ha de terreno que dispone el cementerio. “He de reconocer que al principio me daba respeto que pudieran molestar a los visitantes, pero estaba equivocado. La convivencia es muy sencilla. Apenas se les ve”.

Pero se les siente. Las abejas no paran de trabajar ni un minuto y cumplen su función polinizadora, además de producir miel, cera… Eso lo saben bien los grupos de escolares que acuden periódicamente a visitarlas. “La verdad es que las actividades escolares que organizamos en nuestros apiarios tienen muy buena acogida. Les vestimos con trajes de apicultor y ya eso, en sí mismo, es toda una experiencia”.

Así que, al parecer, la empresa que fundó este cementerio está consiguiendo el objetivo de convertirlo en un lugar de visita y de disfrute en comunión con la naturaleza. Un lugar en el que se reduce el consumo de agua y electricidad y con ello el impacto ambiental de las prácticas funerarias. Un lugar diferente.

No es la primera vez que hablamos en este blog sobre abejas. Si te interesa el tema, puedes consultar también estos enlaces:

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