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Recuerdos de nuestros ríos

Que el agua es fundamental para nuestra vida nos lo han enseñado desde la escuela. Pero que el agua tiene un significado diferente para cada persona dependiendo de su origen, edad, actividad o vivencias es algo que descubrimos diariamente. El agua nos habla de historia, de costumbres, de vida.

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“Ninguna persona entra en el mismo río dos veces, porque no será el mismo río y ella no será la misma persona”.  Heráclito de Éfeso

Que el agua es fundamental para nuestra vida nos lo han enseñado desde la escuela. Sabemos que el cuerpo humano es aproximadamente un 60% agua (un 70% si nos fijamos en algún órgano en concreto como el cerebro); o que un 70% de nuestro planeta está compuesto por agua, pero que muy poca de ella es dulce y disponible para el consumo humano.

Todo esto, en general, lo tenemos más que claro; pero el agua significa cosas distintas para cada persona dependiendo de su origen, de su edad, etc. 

Por ejemplo, las personas que viven cerca de un río suelen desarrollar lazos con él a través de las experiencias que viven en sus orillas o aguas: regar huertas, pescar, bañarse, hacer ejercicio en los paseos fluviales cercanos a sus orillas o, simplemente, relajarse.

Cuanto más atrás viajamos en el tiempo, más parte de nuestra historia reflejan esas vivencias: aquellas piedras que se tiraban al río para ver quién conseguía la txipi-txapa más larga, o las piscinas de piedra en las orillas para reunir cabezones; también las pozas más hondas que eran las predilectas para zambullirse en ellas previo salto desde las ramas de un árbol…

En una parte de la exposición “Hermano Río” en el Molino de San Andrés (Villava, Navarra) se recogen los testimonios de hombres y mujeres que vivían y viven en las orillas del Arga y del Ultzama y que describen costumbres que ya han desaparecido.

Sagrario Murillo, de Arre explica, por ejemplo, cómo en la orilla del río Ultzama había una piedra a la que llamaban la piedra de Cecilia, porque era la que usaba una lavandera llamada Cecilia para lavar la ropa. Sagrario también recuerda cómo ella misma lavaba con cuidado en el río los pañales de sus hermanos pequeños, secándolos al sol sobre las piedras de la orilla. 

Otros habitantes de estos ríos también nos cuentan historias sobre la abundante pesca que había de barbos, cangrejos… tanta, que permitía vivir de ello a algunas familias. Y también, por supuesto, se recogen las aventuras de pescadores furtivos, huyendo de la autoridad. 

La familia de Ángel y Mari Carmen era quien vivía en el Molino de San Andrés, antes de que se convirtiera en centro de información. Los dos hermanos nos regalan bonitos recuerdos de su infancia, de esos tiempos felices de juegos y de apuros que pasaba la familia cada vez que el río crecía y había inundaciones. ”Yo tendría 3 años -cuenta Ángel-. En aquel tiempo la entrada estaba muy diferente a lo que hoy vemos. Vino una riada de tal magnitud que el Gobernador Civil bajó con los bomberos con la idea de desalojarnos de la casa. Los bomberos, usando una barca y una soga, quisieron acercar al Gobernador al molino, pero no lo consiguieron. Aquí delante había un barracón, y ante esa situación, los bomberos colocaron allí un camión con su escalera, que unía la carretera con el barracón, y por allí nos obligaron a salir. Serían las 2 de la mañana”.

Remontando el Arga llegamos a la localidad de Zubiri, etapa del Camino de Santiago. Allí encontramos el Puente de la Rabia y Alberto Santesteban nos cuenta el origen de su nombre: “Antaño la gente tenía mucha fe. Yo he conocido traer desde Ardaitz, y también desde otros sitios, algunos animales, principalmente cabras y ovejas, además de alguna yegua y alguna vaca. Los metían en el agua y les hacían dar tres vueltas alrededor del pilar central, y decían que, de esa manera, si les iba a morder el perro, a la hora de morder se caían para atrás y no les mordían; de esa manera se libraban de la rabia”.

Estos son algunos de los testimonios de personas que han vivido siempre cerca de los ríos Arga y Ultzama, en pueblos como Villava, Arre, Eugi, Zubiri o Iraizoz. Aunque esos usos de los ríos hayan quedado atrás, las gentes de estos pueblos aún siguen usando el agua del río para regar, pescar y para refrescarse en verano. El río y sus aguas, por lo tanto, siguen siendo importantes en sus vidas y su cuidado se ha convertido en algo fundamental.

Por eso, cuando los caminantes urbanos paseamos por nuestro parque fluvial debemos percibir la importancia del entorno y la necesidad de preservarlo .

*Con motivo de la celebración del Día Internacional del Agua 2021, dedicamos una serie de post de este Ecoblog al lema del año «¿Qué es el agua para ti?» (#water2me). Esta es la lista de artículos que, junto a este, publicamos (clicar encima de cada título):

1.- Contaminación acústica en los océanos

2.- Tarjetas bancarias a partir de residuos oceánicos

3.- Entre el mar y la tierra

4.- Mamá, tengo sed

5.- ¿Cómo se siembran las nubes?

6.- De cómo el agua que bebemos se convierte en fuente de energía

7.- Personalidad jurídica para el río

8.- Cuando el agua es fundamental para tu trabajo

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