La compañía de teatro “Pasadas las 4” lleva años estacionando un autobús de transporte urbano en el patio de los centros educativos de la Comarca de Pamplona. Allí, de manera informal y lúdica, Berta, una azafata amable y divertida, plantea situaciones que propician que el alumnado se cuestione comportamientos negativos, a veces demasiado normalizados, que reflexione sobre normas cívicas y de convivencia y que interiorice dinámicas respetuosas con la persona conductora, con el resto de pasajeros y pasajeras, y por supuesto, con la naturaleza. “Lo que hacemos es recordar buenas prácticas de convivencia y los beneficios que tiene para el medio ambiente utilizar, asiduamente, el transporte público”.

“La relación que establece una sociedad con el río pone de manifiesto el modelo de relación de dicha sociedad, tanto con la naturaleza como entre los miembros que la conforman”. Esta reflexión fue el punto de partida del proyecto “Askatasuna Ibai bazterreko tximeleta” (Asakatasuna. La mariposa de la orilla del río) que el IES Askatasuna de Burlada (Navarra) inició hace seis años. Un proyecto que, además de cumplir con el objetivo de concienciación ambiental, representa una buena muestra de cómo un trabajo de ámbito escolar se puede convertir en un producto de interés general.

Julio Díaz y Cristina Linares son profesionales de investigación científica y tuiteros. Coinciden en afirmar que tan importante es investigar como divulgar. Y en un tiempo en el que una pandemia originada por una zoonosis ha hecho temblar los cimientos de nuestra civilización, su discurso cobra fuerza y sentido. “La gente tiene que ver que los problemas ambientales están directamente relacionados con su salud”.

Nuestro estilo de vida actual necesita mucha más energía que la que se necesitaba para vivir antes de la Revolución Industrial. Nos movemos mucho más y en distancias más largas. Transportamos más. Producimos más. Y consumimos más, mucho más.
Para todo esto necesitamos energía y para obtenerla utilizamos, sobre todo, combustibles fósiles que provienen de reservas limitadas, cada vez más escasas. Unos combustibles que envenenan el planeta y a sus habitantes, entre quienes se encuentra el ser humano…

En la actualidad se conocen más de 200 enfermedades zoonóticas y se calcula que afectan a unos 2600 millones de personas al año.
Esto no es algo nuevo. Las zoonosis nos acompañan desde siempre. Pero el aumento de población humana y la destrucción de ecosistemas, además de la pérdida de biodiversidad que ello trae consigo, hacen que estas enfermedades sean cada vez más peligrosas.
¿Podemos hacer algo para evitarlo? La respuesta la tenemos en la naturaleza.

Hace 30 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 22 de marzo de cada año como Día Mundial del Agua. Desde entonces celebramos la efeméride como excusa para recapacitar sobre la importancia de este elemento natural.
Este año el foco se pondrá en el agua dulce y, más concretamente, en la existente en acuíferos. Bajo el lema ‘Agua subterránea – Haciendo visible lo invisible’ se pretende mostrar las graves consecuencias que podría traer para la población mundial que desapareciera este recurso.

En 2018 el riesgo de desprendimientos hizo necesario acometer obras para asegurar la ladera derecha que acota la boca del manantial de Arteta y la casa del guarda, Centro de Información de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona. Helicópteros, cuadrillas de obra y maquinaria irrumpieron en un paraje en el que rumor del agua suele ser el protagonista indiscutible. Era necesario si queríamos oir de nuevo su voz.

Hasta los años 80, sobre el acuífero de Arteta se situaban los pastizales de la Sierrra de Andía, que soportaban las más altas cargas ganaderas de la Comunidad Foral de Navarra, así como las superficies de cultivo de las poblaciones del Valle de Goñi. La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, velando por la garantía del agua que da de beber a más de la mitad de la población navarra, tuvo que establecer un perímetro de protección de 113 km2. Esta es la historia.

Las aguas del acuífero de Arteta, situado en las entrañas de la Sierra de Andía dan de beber a Pamplona desde 1895. Dificultades técnicas, trabas administrativas, tensiones políticas, etc. no consiguieron dar al traste a un proyecto que pretendía conducir las aguas a corporaciones, sociedades, industrias y particulares que a finales del siglo XIX aumentaban rápidamente en número.

Un proyecto de cooperación transfronteriza con el objetivo de fomentar la movilidad en bicicleta en zonas rurales y de montaña. Una red de rutas cicladas que conecten localidades rurales con el eje vertebrador, la EuroVelo 3. La conectividad sostenible entre localidades para mantener la unión entre el ámbito rural y el urbano. Todo es Bicimugi, un proyecto que en este momento está captando personas voluntarias para pasear en triciclo-bicicleta eléctrica adaptada a personas mayores o con movilidad reducida.